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miércoles, 10 de octubre de 2012

EL CARIÑO VIAJABA CON LETRAS PALMER.



Mi abuelo Manuel  llegó a Cuba en 1919 procedente de Gran Canaria.  Aquí   se unió a varios hermanos que se le habían adelantado. Allá,  quedaron sus padres,  tíos, primos y una hermana,  con los que siempre  mantuvo correspondencia.  Cuando sus progenitores murieron  mi abuelo siguió  intercambiando cartas con su  hermana Ana,  que vivía en  Mogán, una típica localidad  canaria.   Fueron muchas las  misivas que cruzaron el Atlántico pues  los dos tuvieron largas vidas. En una época,  mi abuelo me dictaba sus  cartas pues estaba orgulloso de  mi buena letra “palmer”.   Yo  intentaba alcanzar la perfección  de aquella caligrafía "por movimiento muscular, con letra cursiva, sencilla y sin sombrear”.
Luego mi prima Lourdes  me reveló  en la escribanía.  Mi abuelo murió en 1997 en Madruga,  municipio  de la entonces provincia La Habana.   Conservo algunas cartas  de  Ana.   Siempre me  ha  conmovido la fidelidad  de ambos  hermanos al microcosmos  familiar ,  a las costumbres interrumpidas ,  a los  casamientos y bautizos   en los que no participaron, a las comidas no celebradas, a la alegría volátil. ..  Y a pesar de la lejanía enorme, esas historias de emociones y  anecdótas sencillas  de los dos clanes  fueron  salvadas  cada mes a través del correo  trasatlántico durante casi setenta años.  
Esta tarde  adquirí en un una librería de viejo un cuaderno de Método Palmer,   similar al que tuve  de niño.  Fue como si  volvieran  a pasar por mis manos  las numerosas cartas  entre Mogán y Madruga , entre Ana y Manuel,  y ese cariño  familiar   que viajaba en  cada letra Palmer.

La vieja  casita de piedras en Venegueras donde nació mi abuelo, conservada por sus valores etnográficos. Foto de 2008.

Método Palmer, de Caligrafía comercial.  Nueva York, 1949.

Por estos caminos transitó mi abuelo  en 1919 para abordar el buque Valbanera.  Por equivocación mi  abuelo se bajó en Santiago de Cuba.  Eso le salvó la vida porque el Valbanera  naufragó  frente a las costas de La Habana a causa de un ciclón.

miércoles, 18 de enero de 2012

MI ABUELO VINO EN EL VALBANERA.

Por: Lázaro Sarmiento

Mi abuelo llegó a Cuba proveniente de Las Palmas de Gran Canaria a bordo del Valbanera. Se supone que este buque naufragó la noche del 9 al 10 de septiembre de 1919 a la altura de la bahía de La Habana a causa de un ciclón tropical que azotaba a la ciudad. La fecha exacta de la tragedia es un misterio. No hubo sobrevivientes.

En el naufrafio perecieron 488 personas entre tripulantes y pasajeros, en su mayoría emigrantes canarios.

Mi abuelo, que se llamaba Manuel Sarmiento, había abandonado el Valbanera cuatro días antes en Santiago de Cuba, porque pensaba que este puerto de la región oriental estaba próximo a Los Palos, el destino de su viaje. Cuando le dijeron que Los Palos se ubicaba en la zona occidental de la Isla, intentó subir nuevamente al barco pero éste había levantado ya anclas. Ese episodio le salvó la vida porque el Valbanera navegaba hacia un trágico final.

Manuel salió de Gran Canaria huyéndole al servicio militar en el ejército español. Tenía 19 años de edad. Después de un recorrido a pie desde un pueblecito de Mogán hasta el puerto de Las Palmas, subió al buque como polizón con la ayuda de un miembro de la tripulación. Venía a reunirse con tres hermanos que habían emigrado unos meses antes a Cuba en busca de fortuna y trabajaban la tierra en La Habana.

La travesía en el trasatlántico, el desembarco en Santiago de Cuba, las peripecias que tuvo que realizar, con muy poco dinero en los bolsillos, para reunirse con sus hermanos y como debió laborar de finca en finca, desde el oriente hasta el occidente de la Isla, hasta poder ver a los suyos, constituían sus historias preferidas. Las contaba con emoción infinidad de veces a sus amigos y vecinos de Madruga, municipio habanero donde vivió hasta su muerte en 1997. Todo el mundo le decía El Isleño.

En Santiago de Cuba se bajaron del Valbanera 742 pasajeros , entre ellos, un elegante caballero que dejó a bordo a su esposa y su hija con el propósito de viajar en tren hasta La Habana, adelantarse al arribo del barco, comprar una casa en la capital y recibir a su familia con ese paso resuelto. Este hombre se volvió loco y hasta los años cincuenta se le podía ver en el malecón habanero a donde iba, según decía, “a pescar el Valbanera.”

Algunos analistas señalan que cuando el barco partió de Santiago el 5 de septiembre de 1919 es probable que su capitán desconociera las peligrosas condiciones del tiempo en la costa norte cubana. Hay que tener en cuenta que en esa época los métodos de predicción meteorológica eran muy rudimentarios.

Fue así que ciclón se convirtió en una palabra asociada a la llegada de mi abuelo a Cuba y por supuesto a la historia de toda la familia, la de aquí y la de Gran Canaria, donde lloraron por un tiempo al joven Manuel creyendo que había perecido en el naufragio del Valbanera.

Mi abuelo Manuel Sarmiento con mi padre en el Parque Central de La Habana en 1945.

Yo con mis primos en Mogán, Gran Canaria, en 2008. Mi abuelo Manuel atravesó a pie estos paisajes hasta el puerto de Las Palmas, para subir al Valbanera, en 1919.
Para una amplia información sobre el Valbanera ver: El trasatlántico “Valbanera” viaja a la eternidad

ecoestadistica.com