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martes, 7 de abril de 2009

Escondite y nido de amor de mafioso en La Habana
Por: Lázaro Sarmiento

“En el nuevo reparto, al judío Meyer Lansky le correspondió el sur de la península Florida y el Caribe, y sobre todo la codiciada Habana. Eran los meses finales de la tiranía machadista y Lansky comenzó a viajar a la capital cubana con el fin de realizar los primeros arreglos con el recién estrenado coronel Batista, que ostentaba ya la jefatura del Ejército.

“Fruto de esos arreglos, al coronel Batista le situaron tres millones de dólares en un banco suizo. A cambio, la mafia norteamericana adquiría los derechos del juego, incluidos los casinos del Hotel Nacional de Cuba y el Casino Nacional, en los terrenos que más tarde compartía el Country Club de La Habana.

“Con el golpe del 10 de marzo, se inician un conjunto de proyectos, en medio de una gran piramidación de negocios, que incluía la construcción de cincuenta nuevos hoteles a lo largo del litoral norte de la Isla, con lujosos casinos, fastuosos cabarets, espléndidos restaurantes y delirantes burdeles, desde Jaimanitas hasta la promisoria playa de Varadero”.

Estos párrafos pertenecen al libro testimonio La vida secreta de Meyer Lansky en La Habana (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006) de Enrique Cirules. Sobre el tema de la mafia en Cuba, con anterioridad Enrique Cirules (Nuevitas, 1938) había publicado El imperio de La Habana, premio Casa de las Américas 1993.

“A mediados de 1957, se hizo más que evidente un inevitable enfrentamiento entre las familias sicilianas de Nueva York y el clan Habana-Las Vegas…Hacia varios meses que Meyer Lansky había pasado a la más absoluta clandestinidad. La cabeza visible del imperio Habana-Las Vegas, en compañía de una preciosa muchacha, se había refugiado secretamente en un discreto apartamento del Paseo del Prado, en el mismo corazón de la capital cubana”.

Esa muchacha se llamaba Mercedes y era empleada de la lujosa tienda El Encanto donde conoció a Lansky. El testimoniante Armando Jaime Casielles, quien fuera chofer guardaespaldas del célebre mafioso durante 1957 y 1958, en el libro La vida secreta de Meyer Lansky en La Habana, describe a Mercedes así: “Una mujer realmente linda, de andar suave y zalamero, de modales muy finos, de hablar pausado, siempre en un tono muy bajo, algo que a Lansky le encantaba en los seres humanos”.

Lansky vivió con Mercedes en el apartamento del segundo piso del edificio Prado 254 entre Trocadero y Ánimas. Abajo estaba la joyería Habeff . El escritor Enrique Cirules afirma que ni siquiera los servicios secretos de Batista conocían de este sitio.

martes, 27 de enero de 2009


Los secretos de Tropicana.

Por: Lázaro Sarmiento

Tropicana ha constituido uno de los símbolos luminosos del espectáculo en Cuba por cerca de 70 años. Pero la historia del llamado “paraíso bajo las estrellas” también tiene sus zonas oscuras. En Tropicana había un casino de juego que generaba enormes ganancias. El casino era uno de los brazos de la mafia norteamericana en la Isla. La Revolución erradicó el juego en 1959.

En el libro de Enrique Cirules titulado La vida secreta de Meyer Lansky en La Habana (Editorial de Ciencias Sociales, 2006), el testimoniante Armando Jaime Casielles se refiere a los negocios del cabaret con estas palabras:

“Se ha dicho en muchas ocasiones que Martin Fox era el dueño de Tropicana. Eso es algo absolutamente falso. Fox no contaba con ningún poder para arrebatarle a la Organización (la mafia) los negocios de Tropicana. Ni siquiera el general Batista podía adueñarse de Tropicana. Santos Traficante o Joe Stasi controlaban directamente los asuntos de ese cabaret. Martin Fox era una cabeza visible, como otros muchos personajes de esa época en la fabulosa Habana”.

Armando Jaime fue chofer guardaespaldas de Meyer Lansky durante 1957 y 1958. En esos años el célebre mafioso vivió en La Habana, donde manejaba varios casinos de juego.

En otro libro, Tropicana Nights. The Life and Times of the Legendary Cuban Nightclub, publicado en Estados Unidos por la periodista Rosa Lowinger , se recogen las memorias y anécdotas de Ofelia Fox, viuda del dueño de Tropicana Martin Fox.

Un capítulo de la obra especula sobre el destino de la considerable fortuna que Martin Fox "consiguió sacar de Cuba en 1959 pero que su esposa nunca vio, al morir el dueño del cabaret de un ataque al corazón poco después de dejar la Isla. Ofelia se vio sin un centavo y obligada a trabajar para salir adelante ".

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