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jueves, 15 de enero de 2009

Un cine de barrio y los misterios del Casino Chino. 区戏院和中国赌博娱乐场的奥秘。
Por: Lázaro Sarmiento

El Continental es un antiguo cine del Barrio Chino de La Habana. Ubicado en la calle Manrique, esta catalogado en la actualidad como “Obra en estudio” por la Oficina del Historiador de la Ciudad Esto quiere decir que el inmueble recuperará su esplendor y se convertirá en una instalación útil a la población

La búsqueda de referencias sobre El Continental me llevó a la historia de las luchas políticas y cambios sociales de la ciudad china de La Habana. Este cine fue intervenido el 13 de octubre de 1960. Ese día el Departamento de Recuperación de Bienes Malversados del Ministerio de Hacienda dispuso también la intervención de varias empresas, almacenes y otras propiedades pertenecientes al Casino Chung Wah y a sus ejecutivos Joaquín Lee, Ramón Chiang e Ignacio Lima, para aclarar sus posibles responsabilidades con el derrocado gobierno de Batista.


Tres días antes de la intervención del cine Continental, las corrientes contrarias a la Revolución Cubana habían perdido el control del influyente Casino Chung Wah. Los investigadores Miriam Herrera y Mario Castillo en el libro De la memoria a la vida pública señalan:“El 10 de octubre de 1960, en el marco del acto de conmemoración del aniversario 49 de la proclamación de la República China de 1911, el Casino Chung Wash, máxima institución de la comunidad china de Cuba, sería escenario de un nuevo ejemplo de los conflictos políticos y de clases dentro de la comunidad china de La Habana. Los temas que polarizarían el debate en ese momento serían las nuevas proyecciones ideológicas del gobierno revolucionario, expresadas por Fidel Castro en la Primera Declaración de La Habana. Como derivación de esto, el asunto de los manejos oscuros respecto a los bienes y fondos del Casino Chung Wah saldrían a relucir”.

Algunos de los directivos del Casino rechazaban la decisión de Cuba de establecer relaciones con la República Popular China, formulaban ataques contra la Revolución y se empecinaban en mantener en el local la fotografía de Chiang Kai Shek.

De los 7 nuevos miembros de la dirigencia del Casino Chung Wah elegida en octubre de 1960, tres eran militantes comunistas: Manuel Luis, Luis Li y Francisco Lam. Uno de ellos, Manuel Luis, había sido fundador de la Alianza en Defensa de la Cultura China, de filiación comunista, que devino luego de 1959 en Alianza Nueva Democracia China en Cuba. Esta organización creó la brigada de milicia José Wong para apoyar a la Revolución. José Wong fue un militante comunista chino asesinado por la policía de Machado en 1930.

Pero estábamos en el cine…

Herrera Jerez, Miriam, Mario Castillo Santana, De la memoria a la vida pública, La Habana, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2003.
Imágenes: Derecha: Fachada del cine Continental. Calle Manrique .Izquierda: Cuchillo de Zanja. Barrio Chino de La Habana. Fotos: Lázaro 14.01.09

lunes, 8 de diciembre de 2008

Las uñas de la Emperatriz eran terriblemente largas.
Por: Lázaro Sarmiento

Del Barrio Chino de La Habana me gustan los letreros de caracteres enigmáticos grabados en los edificios de las antiguas sociedades fraternales. Detrás de sus muros, o en la platea del cine Águila de Oro, imagino un mundo teatral de princesas chinas del Trópico con caras blanquísimas como harina. Aunque sus rostros nada tienen que ver con las exuberantes muchachas que en la actualidad sirven el arroz frito en los establecimientos del barrio mientras de fondo suena Daddy Yankee o Gente de Zona.

Cheng-Wah, Loung Kong Ta Tong, Min Chin Tang...

Me gusta ese cálido callejón en una esquina de Zanja, con algo de set de la Paramount atiborrado de restaurantes que ofertan platos de las comidas china y criolla; también pizzas, espaguetis y abundantes dulces cubanos. Pero sobre todo me encantan las historias y el pasado glorioso de nuestra ciudad amarilla.
Ya en el año 1940 Alejo Carpentier sentía nostalgia por la más admirable fábrica de ensueños que pueda imaginarse: el Teatro Chino de La Habana, “que gozaba del privilegio de ser con el de Lima y el de Los Ángeles, uno de los mejores de América en su género.”

Anotaba Carpentier: “El teatro chino es ininteligible para quien desconoce su simbólica admirable…Pero cuando se sabe del sentido de ciertos objetos dotados de historia, todo se hace claro y poético…”
Algo parecido le dijo un día en su mansión del Vedado Dulce María Loynaz a Miguel Barnet: cuando vaya a Pekín y tenga contacto directo con ese país va a comprender mejor muchas claves de la gran cultura china. El autor de Biografía de un cimarrón debió regresar a La Habana fascinado de su recorrido por la Ciudad Prohibida, la Muralla y mil sitios más porque no tardó en publicar sus Poemas Chinos....

“Las uñas de la emperatriz eran terriblemente largas/La emperatriz poseía un jardín de piedras preciosas y grullas amaestradas…”


Fotos: Lázaro. En el Barrio Chino de La Habana.200

sábado, 20 de septiembre de 2008

Vida de cine en La Habana.
Por: Lázaro Sarmiento

-¿Quieres trabajar en el cine?-

Sin dudarlo, respondió afirmativamente la pregunta del amigo. “A casi todo el mundo le gustan las películas entretenidas y la vida dorada de las estrellas”. A los tres días entraba triunfal como acomodadora en el Astor, un cine de barrio de La Habana. Era el mes de septiembre de 1976. Ese año estrenaron en Cuba Romanza de los enamorados (soviética), La tierra prometida (polaca) y Pobre muchacha (inglesa).

Durante los 32 años que lleva en el cine, ha visto pocas películas porque después de un tiempo muy breve como acomodadora pasó a la taquilla –pagaban un poquito más-. Y en la taquilla veía las manos y las caras de los espectadores pero nunca las imágenes que ellos disfrutaban en la penumbra del lunetario. En ocasiones escuchaba de lejos voces en otros idiomas.

Empezó ganado 100 pesos- en aquella época le alcanzaban - pero en la actualidad los 270 pesos que recibe le parecen menos dinero. En el cine Astor trabajó veinte años hasta que se desplomó una parte del techo frente a la pantalla. Entonces la gente desmontó los ladrillos de las paredes, los marcos de las puertas y todo lo que podían canibalear hasta dejar solo el esqueleto de hierro y las escaleras de cemento . En unas semanas vio desaparecer el escenario donde transcurrieron los mejores años de su vida.

Después del derrumbe, la mandaron para el cine Finlay de la calle Zanja. Allí se mantuvo en la taquilla hasta que las autoridades municipales cerraron esta sala hace un año para entregársela como local de ensayo a una agencia musical. Y ahora cobra la entrada en el Águila de Oro, en el Barrio Chino, uno de los dos únicos cines que permanecen funcionando en Centro Habana .Aquí piensa jubilarse, “a no ser que el local cierre”.


El Águila de Oro tiene un público compuesto casi en su totalidad por hombres amantes de las escenas violentas. Proyectan principalmente cintas de kong fu- aunque también algunas viejas producciones como Helena de Troya- en tres tandas separadas, 2 y 30, 4 y 30 y 6 y 30.

Ella llega muy temprano al Águila de Oro y se va cuando ya está en el aire el Noticiero Nacional de Televisión. Vive sola en la calle Soledad, muy cerca de San Lázaro. No tuvo hijos. Está orgullosa de su vida en el cine (en los cines) y se llama María Josefa Reyes Suárez.

jueves, 5 de junio de 2008


En La Habana Festival de Chinos de Ultramar.
Por: Lázaro Sarmiento

La noticia me estimuló a irme con mi cámara a uno de los sitios preferidos de la capital . Desde hace algunos años “comer en el barrio chino” constituye un acontecimiento social muy valorado por los habaneros.

Del barrio chino me gustan los letreros de caracteres enigmáticos grabados en los edificios de las viejas sociedades fraternales. Detrás de sus muros, o en la platea del cine Águila de Oro, imagino un mundo teatral de princesas chinas del Tópico con caras blanquísimas como harina. Sus rostros nada tienen que ver con las exuberantes muchachas que en la actualidad sirven el arroz frito en el pulcro local del Chan Li Po mientras de fondo suena Daddy Yankee o Gente de Zona.

Cheng-Wah, Loung Kong Ta Tong, Min Chin Tang...

Me gusta ese pequeño callejón en una esquina de Zanja, con algo de set de la Paramount atiborrado de restaurantes que sirven platos de las comidas china y cubana y también pizzas, espaguetis y abundantes dulces criollos. Pero sobre todo me encantan las historias y el pasado glorioso de nuestra ciudad amarilla.

Ya en el año 1940 Alejo Carpentier sentía nostalgia por la más admirable fábrica de ensueños que pueda imaginarse: el Teatro Chino de La Habana, “que gozaba del privilegio de ser con el de Lima y el de Los Ángeles, uno de los mejores de América en su género.”

Alejo anotaba : “El teatro chino es ininteligible para quien desconoce su simbólica admirable…Pero cuando se sabe del sentido de ciertos objetos dotados de historia, todo se hace claro y poético…”

Algo parecido le dijo un día en su mansión Dulce María Loynaz a Miguel Barnet: -cuando vaya a Pekín y tenga contacto directo con ese país comprenderá usted mejor muchas claves de la gran cultura china.- El autor de Biografía de un cimarrón debió regresar a La Habana fascinado por su recorrido por la Ciudad Prohibida, la Muralla y mil sitios más porque no tardó en publicar sus Poemas Chinos....
Las uñas de la emperatriz eran terriblemente largas/La emperatriz poesía un jardín de piedras preciosas y grullas amaestradas…”
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