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lunes, 20 de abril de 2009

Libros que pinchan
Por: Lázaro Sarmiento

El Directorio Telefónico de La Habana, edición de 1957 en intimidad con la Poesía, de Pablo Neruda, y La Ciudad de las Patrañas, de David Mamet, y muy cerca de La ínsula fabulante. Mi biblioteca tiene dos categorías de libros que se contaminan mutuamente: los que disfruto como lector puro (este término es solo provisional) y los que constituyen herramientas de trabajo. Por otra parte, observo como no todo el mundo ve como algo natural la cantidad de libros que acumula la gente que le gusta la lectura, redacta artículos, escribe programas o realiza investigaciones.

En un texto de 1990, Cómo justificar una biblioteca privada, Umberto Eco pone como ejemplo de una situación obvia al visitante que entra en su casa, cuya vasta biblioteca no puede pasar inadvertida, entre otras cosas porque no hay nada mas, y dice: ¡Cuántos libros¡ ¿Los ha leído todos? Seguidamente Eco observa: “Se puede decir que se trata, con todo, de personas que tienen una noción de la estantería como depósito de libros leídos y no de la biblioteca como instrumento de trabajo, pero no basta. Creo que, ante muchos libros, cualquiera cae presa de la angustia del conocimiento, y finalmente se desliza hacia la pregunta que expresa su tormento y sus remordimientos”.

Un directorio telefónico no se lee de la misma manera que una historia de Haruki Murakami , ni tampoco pertenece al tipo de libro que la mayoría de las personas vincula al concepto tradicional de biblioteca personal. Pero cuando indagué por determinados cines y bares para un trabajo sobre varias esquinas habaneras que eran como pequeñas capitales dentro de algunos barrios, el frágil directorio telefónico con sus páginas amarillas y sus ilustraciones me resultó una herramienta de extraordinaria utilidad. Este volumen esperó muchos años antes de ofrecerme sus datos. Y lo hizo con una nostalgia táctil que , por ahora, Internet carece.

Hay algunos libros "no leídos" que ocupan un lugar en el estante de la biblioteca por misteriosas razones. Puede suceder que transcurra un largo tiempo hasta que el día menos esperado uno de esos títulos dormidos despierte nuestra atención . Y sobre otros libros no llegaremos jamás a saber si nos hubieran gustado porque nunca los leeremos. Las bibliotecas privadas existen también para provocarnos. Pero desconocemos el momento en que ocurrirá el pinchazo.

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